¿Cuánto costó el populismo del Sisbén?
  Como hoy tienen salud gratis 24 millones de  personas y hay 4 millones vinculadas, que algo reciben, existen 8  millones de colados en el sistema de salud. Esta cifra es absolutamente  escandalosa y debería no sólo haberse revelado antes, sino haber  procedido a limpiar el Sisbén. Después de mucho ignorar la denuncia de que había colados en el  Sisbén, finalmente el Gobierno empieza a aceptar que esta puerta de  entrada para tener acceso al amplio menú de subsidios que ofrece esta  Administración, está llena de personas que no son pobres. De nuevo, nadie hace las cuentas obvias y por consiguiente, parece no  importar que los recursos beneficien a sectores que deberían aportar  más que recibir recursos del Estado. ¿Dónde ha estado o mejor qué ha  estado haciendo el Departamento Nacional de Planeación (DNP), que sólo  al final del más largo período presidencial de la historia moderna de  Colombia, se viene a preocupar de lo que para muchos ha sido totalmente  evidente desde hace mucho tiempo? Las cifras de pobreza no han sido el fuerte de este Gobierno, pero  los datos disponibles van desde el 2002, 53,7%; 2003, 51,2%; 2004, 51%;  2005, 50.3%; en 2006 y 2007 no hay cifra de pobreza, el 2008, 46, y  2009, 45,5%. Bastaba con confrontar estos datos con los registros del  Sisbén I y II, para darse cuenta que se estaban colando no pobres. Ni siquiera era necesario esperar a hacer depuraciones del Sisbén.  Nunca, óigase bien, nunca ni siquiera cuando la pobreza estaba en el  53,7%, era posible que los dos primeros niveles del Sisbén dieran la  escandalosa cifra de más de 30 millones de pobres, que es el dato  actual. Las alarmas debieron prenderse desde el 2006, porque si en estos  dos niveles del Sisbén, I y II, el número de colombianos se acercaba a  esa cifra, la pobreza real debería estar en más del 60%. Es evidente que en el alto Gobierno, del cual debería hacer parte el  Director de Planeación, como lo había sido siempre, no hubo interés en  aclarar esta situación. Irresponsable actitud, porque lo único que puede  explicar semejante falta de análisis, es el interés político de tener  el mayor número de votos amarrados a unos subsidios otorgados por un  gobierno con los recursos de todos los colombianos. Eso es el más descarado populismo de que tenga memoria el país. Como  lo señaló hace algún tiempo Alejandro Gaviria, Colombia siempre ha sido  clientelista, pero sólo conoció el populismo, o sea, el uso de recursos  públicos para obtener apoyo político -votos- con el presente Gobierno. El análisis que cabe ahora, cuando cambie el Gobierno a partir del 7  de agosto, y hay la posibilidad del continuismo o del cambio, es saber  cuánto le ha costado a la nación, a todos y cada uno de los colombianos,  este vicio del uribismo. Y preocupa sobremanera, porque ningún  candidato se atrevió a criticar Familias en Acción. Resulta realmente  sorprendente que quien denunció su utilización política, Noemí Sanín,  terminó afirmando que Familias en Acción es un derecho y que ella  garantizaría no sólo su continuidad, sino su incremento. ¿Qué tal? ¿Más populismo? A nadie se le ha ocurrido leer con cuidado  las críticas del autor de estas llamadas transferencias condicionadas,  el mexicano Santiago Levy, cuando se vuelven, como en Colombia, un  programa masivo, sin posibilidad de salirse de él, sin control y  utilizado políticamente. No han observado lo que está haciendo Brasil, que complementa sus  famosas Bolsas, con apoyos productivos para evitar que 'ser pobre' se  vuelva, como en Colombia, una profesión. Tampoco se escuchó a los  candidatos, incluidos Santos y Mockus, que el haberle dado gratis la  salud a gente que podría pagar por ella es una de las causas más serias  de la quiebra del sistema. Los colados más fáciles de detectar son los del régimen subsidiado.  Muy sencillo: si la pobreza hoy es del 45,5%, y los colombianos somos 45  millones, entre los pertenecientes al régimen subsidiado y los que  faltan por afiliar, que deben ser pobres, no debería haber más de  19'899.144, según la Encuesta de Hogares ó 20'434.870 si le les aplica  el porcentaje de pobreza a la proyección de la población para el 2009. Como hoy reciben salud gratis 24 millones de personas, y 4 millones  vinculadas que algo reciben, hay 8 millones de colados en el sistema de  salud. En términos simples, estas personas deberían pagar por su salud  en vez de recibirla como regalo. Esta cifra es absolutamente escandalosa  y debería haberse no sólo revelado desde hace tiempo, sino haber  procedido a limpiar el Sisbén.  Estimar cuánto ha costado este populismo no es tan fácil, pero una  primera aproximación puede hacerse. Según DNP, hoy se distribuyen 49  millones de cupos de subsidios a nivel nacional y esto le costó a los  colombianos, en el 2009, 23 billones de pesos. Como la pobreza, según la Misión, toca a 20 millones de personas, la  primera conclusión obvia es que la mayoría de éstas reciben dos o más  subsidios. La segunda conclusión es aún más impactante; en promedio cada  subsidio es de 380.000 pesos mensuales y si la mayoría se beneficia con  más de uno, eso quiere decir que hay muchos pobres que estarían  recibiendo más de 760 mil pesos mensuales, bien en dinero o en especie,  lo que equivale a mucho más de un salario mínimo mensual. Sólo con hacer  colas interminables. Aun si hay filtraciones de recursos, es evidente que estos subsidios  son un claro freno a la formalización del trabajo. De acuerdo con el  DNP, un 25% de los beneficiarios de estos subsidios no son pobres. Para  estimar el costo mínimo de los colados, que por el sólo hecho de haber  permanecido en Sisbén I y II durante 8 años, constituye claramente  populismo, se tomó el valor total de los subsidios otorgados por el  Gobierno en el periodo 2002-2009. Se supuso que solamente había colados en dos programas: el Régimen  Subsidiado de Salud y Familias en Acción, que constituyen el 50% de los  cupos asignados, y únicamente a esa proporción se le aplicó el 25%, que  representa a los beneficiarios, no pobres.  El resultado, que es el mínimo, es de 13,3 billones de pesos  constantes del 2000, 1,6 billones por año y 2,6% del PIB. En otras  palabras, este costo es mayor que el hueco de la salud, estimado por  Anif en más 10 billones; equivale a nueve veces la reforma tributaria  para la salud; y es igual a la brecha fiscal del país, 2,6% del PIB. Es  decir, el gran hueco fiscal que este Gobierno le entrega al próximo, ha  sido el resultado de su populismo, sin duda asociado a sus sucesivas  reelecciones. Via| Portafolio



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