8/11/2010

Alvaro Uribe trato de blindarse lo maximo posible


Los presidentes en Colombia suelen dejar el poder con una cierta sensación de alivio. Al fin y al cabo, les haya ido bien o mal en su mandato, sienten que se quitan un piano de encima. Pero el caso de Álvaro Uribe es toda una paradoja: se despide con el más alto rating (75 por ciento de buena imagen y 80 de apoyo a su gestión), pero también con una dosis de angustia, como si pensara que ahora es cuando comienza su pesadilla.

Por lo menos, varios hechos así lo demuestran. A diferencia de otros mandatarios que cuando dejan la Casa de Nariño deciden viajar al exterior o regresan a su residencia de siempre, Uribe prefirió trastearse a una de las casas ubicadas en el Centro de Estudios Superiores de la Policía, más conocido como Cespo. No podría encontrar un lugar mejor blindado en el país: allí no solo tiene su sede la Dirección de Inteligencia de esa institución, sino que vive el propio director de la Policía. El decreto de mayo pasado, que la entonces candidata Noemí Sanín cuestionó con tanta vehemencia, no solo tenía el propósito, como se dijo, de ampliar los beneficios de seguridad de los ex presidentes a los ex vicepresidentes, sino también para que los hijos de los ex presidentes puedan hacer uso de instalaciones de la Policía como esta.



Esas precauciones pueden ser naturales para un presidente que como Álvaro Uribe se fajó en una guerra sin cuartel contra la guerrilla de las Farc hasta llevarla a un punto de quiebre, y mandó a la cárcel en Estados Unidos a decenas de comandantes de ejércitos de paramilitares y narcotraficantes. Y por eso teme las retaliaciones de los enemigos que ha cosechado.


Pero no es solo su seguridad física la que le preocupa. Uribe, antes de dejar el poder, también buscó una armadura para protegerse de ataques jurídicos. "En la reunión de compromisarios de hace dos semanas, los de la U dijeron que la Comisión de Acusaciones no iba a hacer parte del acuerdo. Que tanto la presidencia como la secretaría serían de la U cuatro años, y que al presidente y al secretario les harían un test de lealtad a Uribe", le dijo a SEMANA uno de los asistentes a la reunión. Esta comisión es la única que tiene facultades para investigar no solo a los presidentes sino a los ex presidentes por hechos ocurridos durante su gestión. Además, también es la única que investiga a los magistrados de las altas cortes.


Y ha hecho extensivo a su sanedrín el ánimo de blindarse. Una fuente de la Casa de Nariño cuenta que Uribe le pidió a su secretario general, Bernardo Moreno, hoy enredado en escándalos como el de las 'chuzadas' ilegales del DAS, que se fuera para el exterior. Y a Sabas Pretelt, su embajador en Italia, que tiene líos por la yidispolítica, le sugirieron que no regresara por ahora. En un momento dado, desde afuera, podrían alegar persecución política y pedir asilo a gobiernos amigos.


Una cosa es que el ex presidente tema por su seguridad física y la de su familia luego de la guerra frontal que dio contra las Farc, y otra muy distinta que arme toda una estrategia para protegerse él y a sus escuderos de posibles retaliaciones de la justicia. A nadie se le ocurre, salvo a algunos fanáticos antiuribistas, que Uribe vaya a terminar tras las rejas o que la Corte Penal Internacional se lo vaya a llevar para juzgarlo como criminal de guerra en una Corte de Europa. Lo cierto es que hay entre quienes lo rodean algunos personajes que se han encargado de hacérselo creer. En menos de 24 horas, la semana pasada, la Casa de Nariño publicó cinco comunicados relacionados con los líos judiciales comentados.


La última semana del mandato de Uribe, que debía estar destinada a todo tipo de despedidas en las páginas políticas de los periódicos, se cerró con noticias en la sección judicial. Por una parte, la Corte Suprema compulsó copias a la Fiscalía para que investigue a su hijo Tomás Uribe por el supuesto delito de tráfico de influencias en el otorgamiento de una notaría. Y por otra parte, cuatro de los mosqueteros del ex presidente (Bernardo Moreno, César Mauricio Velásquez, Edmundo del Castillo y Jorge Mario Eastman) tienen que responder esta semana en la Fiscalía sendos interrogatorios por las 'chuzadas' ilegales del DAS.


Y como si fueran pocos los motivos de Uribe para estar mortificado, El Espectador y La FM revelaron hace ocho días apartes de las grabaciones que el DAS hizo a la sala plena de la Corte Suprema durante el 2008. Esa revelación tuvo dos efectos: de un lado, quienes no creían en la existencia del 'Watergate' criollo terminaron por convencerse ante la contundencia de las pruebas, y, de otro lado, quedó claro que, por la manera como algunos magistrados se refieren a Uribe en esas grabaciones, este tiene motivos para preocuparse. "Un día le oyeron decir a un magistrado que el Presidente era un falso y que toda la Corte estaba contra él", dice El Espectador, recogiendo el reporte de ese momento del DAS. En otro aparte dice que se escuchan "los comentarios de un jurista diciendo que al Presidente le iban a dar de su misma medicina". Y más adelante, que "se le escuchó afirmar al magistrado Yesid Ramírez que no le cabía duda de que el Presidente tenía que ver con las amenazas de muerte en su contra". Con esta última frase en la mano, el presidente Álvaro Uribe anunció que denunciará por prevaricato al magistrado Yesid Ramírez.


Ese, sin duda, es un ocaso triste para una relación que se planteó como una larga luna de miel entre el gobierno y la Corte cuando Uribe llegó a la Presidencia, que mostró síntomas de agotamiento en 2006, cuando Yesid Ramírez, en una dura entrevista, insinuó que Uribe prefería a la Corte Constitucional porque le había dado el aval para su reelección, y se rompió del todo cuando la Corte Suprema abrió el expediente de la parapolítica.


Otro nombramiento que, por lo ya dicho, preocupa al gobierno saliente es el del Fiscal General, según le comentó a SEMANA un congresista cercano a él. Hasta ahora se pensaba que, con el cambio de gobierno, el presidente Juan Manuel Santos propondría una nueva terna. Pero por lo visto la semana pasada, la situación no está tan fácil como se pensaba. Dos de los tres candidatos de la terna actual le dijeron a esta revista que no están dispuestos a renunciar a ella. Y la Corte Suprema, que es la encargada de elegir, está prácticamente paralizada para tomar este tipo de decisiones administrativas, porque está dividida en dos grandes bloques que por ahora parecen irreconciliables: el uno propugna por elegir a alguno de los miembros de esta terna, y el otro, en el cual están los magistrados más radicales con el gobierno de Uribe, se opone a ello. El gran interrogante es si el presidente Santos y su ministro Germán Vargas podrán reconciliar a las dos partes.


El pasado jueves 29 de julio, tres profesionales de la salud de la Clínica Santa Fe llegaron hasta la Casa de Nariño para atender al presidente Uribe. Los llamaron para que le revisaran un fuerte brote en la cara. No es la primera vez que le ocurre, le ha pasado en otros momentos de gran estrés. Sin duda, es toda una paradoja que el Presidente más popular de los últimos 50 años en Colombia, el mismo que se echó el país al hombro para acabar con la pesadilla de las Farc, no sienta alivio al dejar el poder.


Via| Semana

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